miércoles, 28 de enero de 2009


Mucho de lo que hoy se publica o se escribe bajo la rúbrica de “estudios culturales” parece ignorar que, en tiempos de globalización, su objeto de estudio, la cultura, se ha convertido en un bien de consumo gobernado por los imperativos del mercado. Esto quiere decir que sin una consideración seria de los vínculos entre la cultura y la economía política, los estudios culturales corren el peligro de ser estudios de nada, o mejor dicho, de perder de vista su objeto. Si los estudios culturales quieren ser, como pretenden, un paradigma innovador en el área de las ciencias sociales y las humanidades, entonces deben reconocer que la cultura se halla vinculada a un aparato de producción y distribución que, ya desde Marx, recibe un nombre propio: el capitalismo.

El término “cultura” para referirse a la existencia de un “espíritu popular”, de carácter orgánico, vinculado con la experiencia de las clases trabajadoras inglesas, y que es necesario potenciar para que ofrezca resistencia a los embates de la naciente cultura de masas. Como Horkheimer y Adorno, consideran la cultura de masas como un producto mecánico y artificial, vinculado con los intereses expansivos del capitalismo, pero, a diferencia de estos, advierten que la industria cultural no ha logrado “cosificar” todavía por completo la consciencia de los trabajadores. Aún es tiempo de vindicar los elementos orgánicos y emancipatorios de la cultura popular, y esta es, precisamente, la tarea política de los estudios culturales.

La industrial cultural es vista como una función necesaria e indispensable en el seno de una sociedad compleja, sometida a procesos intensos de racionalización. Los productos de la industria cultural son una especie de sustitutos de la religión y los mitos, que satisfacen “necesidades básicas” de la población. Por esta razón el analista cultural no debería dejarse guiar por sus preferencias personales en materia de música rock, “enlatados” o telenovelas, por ejemplo, sino que debe contemplar todos los productos simbólicos como igualmente válidos y funcionales.

La cultura visual es vista como fuente de “entretenimiento”, que libera a la gente del inevitable “stress” que representa el trabajo en una sociedad compleja. El analista debe entonces contemplar el consumo cultural como algo perteneciente a la “esfera privada” de los actores sociales.

Desde el punto de vista del análisis cultural, entendido como ciencia social rigurosa, no existen criterios para evaluar cuáles productos culturales son buenos o malos, mejores o peores, ideológicos o emancipadores. El único criterio evaluativo es la maximización de la funcionalidad. Por eso las industrias culturales no deben ser miradas teniendo en cuenta sus “códigos ocultos”, como pretende la crítica de la ideología, sino tan solo examinando la calidad de su gestión. Lo que importa es mirar las dinámicas internas de producción, presentación y distribución de los bienes simbólicos, con el fin de aumentar su eficiencia y competitividad en el mercado.

Louis Althusser (19 de octubre, 1918 - 23 de octubre, 1990), filósofo marxista. Nació en Birmandréis, Argelia y estudió en la Escuela Normal Superior (Francia) en París, donde más tarde se convirtió en profesor de filosofía.


miércoles, 21 de enero de 2009

Estudios Culturales


Los estudios sobre cultura llevan cientos de años, esto se debe a que el contexto en que nos desenvolvemos está cambiando continuamente, el espacio y el tiempo.

La conducta del ser humano es producto de la cultura existente en la sociedad a la que pertenece, por lo tanto, ésta última determina en gran medida la forma en la que cada persona piensa, cree y actúa. Esto se puede percibir con un ejemplo claro, el hecho de que todos los seres humanos sientan hambre en dado momento, pero el como, cuándo, dónde y qué comen para satisfacer la necesidad varia de una sociedad a otra, y de la misma manera sucede con la forma de vestir, de vivencia, los medios de transporte, formas de diversión y las diferentes actividades que se puedan tener.

Por otra parte tenemos a un investigador que propone lo siguiente:

Franz Boas nació el 9 de julio de 1858-Nueva York, y muere el 21 de diciembre de 1942, fue un antropólogo estadounidense de origen judío alemán.

Me llama la atención este autor estadounidense puesto que el tiene estudios antropológicos que se llegaron a hacer en el siglo antepasado, esto nos dice que el tenía un contexto diferente sobre el “estudio de las culturas”.

Boas, estimaba que todos los sistemas culturales son esencialmente iguales en cuanto a su valoración; y que las diferencias entre distintas sociedades han surgido como resultado de sus propias condiciones históricas, sociales y/o geográficas. En términos más "marxistas": cómo consecuencia de la optimización de las actividades de producción reproducción. Esto es lo que se llama "particularismo histórico" o "materialismo cultural".

Marketing, Sexta Edición, de Lamb Charles, Hair Joseph y McDaniel Carl, International Thomson Editores S.A., 2002, Pág. 152.

http://www.galeon.com/foroseleccion/cvitae675196.html

lunes, 19 de enero de 2009

soy curre

me gusta la cerveza caliente, osea en versión caldo de pollo. Que rico